Las cosas no podrían ir peor para Paco y Mariano: no solo no hallan respuestas que expliquen la relación entre los rusos y las fotos de Lucas con otra familia, sino que esta investigación ha llevado a Povedilla a una muerte segura en una cárcel de Libia. De nuevo, el compañerismo que se respiraba en la antigua comisaría de San Antonio ejercerá de espíritu salvador de la situación: Aitor, que ahora trabaja en la embajada de Libia, hará todo lo posible que Povedilla vuelva sano y salvo: incluso pegarse en un ring de peleas clandestinas.