Moya y Talyn se reencuentran, y las tripulaciones vuelven a unirse. Se topan con otros presos fugados y les dan cobijo temporalmente, pero uno de ellos resulta ser un traidor. Crichton decide que los agujeros de gusano son demasiado peligrosos para que alguien como Scorpius los use como arma, así que decide ir en su busca para destruir el proyecto de cualquier manera.