El 19 de julio de 1989, el motor montado en la cola del vuelo 232 de United Airlines falló, dañando todos los sistemas hidráulicos de la aeronave e inutilizando las superficies de control de vuelo. Alternando el empuje de los motores, los pilotos se dirigieron al aeropuerto de Sioux City en Iowa. La aeronave se estrelló en la pista, matando a 111 de las 296 personas a bordo. La investigación descubrió que el disco del ventilador del motor tenía grietas por fatiga del metal, las que se desarrollaron poco después de su fabricación. La aleación de titanio del disco tenía pequeñas cantidades de aire en su interior, lo que disminuyó la resistencia del material.