Hasta ahora, Simon sólo se ha interesado en chicos. Hace mucho tiempo que dio la espalda a su familia, sus deberes y a todo lo relacionado con la tradición judía. Rosalie fue criada en una familia judía de Nueva York y ahora da conciertos para el Circuito Cultural de Judíos Franceses, cantando canciones en Yidis con su voz de soprano. Cuando ve a Simon por primera vez, se enamora de su clarinete; Simon lo toca como un virtuoso. Rosalie no sabe nada de sus preferencias sexuales, y se lo imagina como un ser inspirado. A pesar de sus diferencias, el destino acaba por cruzar sus caminos...