Nápoles, 1905. El cinematógrafo ha llegado a un pequeño pueblo del sur de Italia. Giocondo (Miguel Ángel Silvestre) es el novio de una lavandera (Maria Grazia Cucinotta) que, mientras se está bañando, es filmada en secreto por un joven. Las cosas se complican porque, al distribuirse comercialmente la película, a la chica en su pueblo la consideran una prostituta.