Después de fugarse de casa prendiendo fuego al coche de sus padres a los quince años y convertirse en multimillonario a los diecinueve gracias a su banda de rock, con cuyos eclécticos componentes vive en Beverly Hills, Max Frost se convierte en presidente de los Estados Unidos con veinticuatro años. Una posición que le otorga el poder suficiente para crear una nación a su imagen y semejanza, donde más de la mitad de la población tiene menos de 25 años, los congresistas fuman LSD y todo es libertad. Sin embargo, aunque parezca difícil de creer, incluso esta utópica sociedad tiene consecuencias negativas, algunas de ellas muy graves.