En la Inglaterra del siglo XVIII, los fuertes impuestos exigidos por los terratenientes obligaron a los pescadores honestos a hacer contrabando. Siguiendo la tradición de sus ancestros franceses, estos pescadores lucharon por sobrevivir y no hicieron daño a nadie. Pero hubo otros que iban a la mar para atraer a los barcos a sus dominios, matar a los supervivientes y robar su carga...