El teléfono es el único medio que une a Leona Stevenson con el mundo exterior. Leona, directora de una fábrica de productos químicos, es hipocondríaca y está postrada en la cama a causa de una dolencia psicosomática. Su marido Henry es un hombre de origen modesto, pero muy ambicioso, que se casó con ella para mejorar su posición en la fábrica. Un día lo llama por teléfono y, entonces, se produce un cruce de líneas que le permite escuchar una conversación en la que dos personas hablan del inminente asesinato de una mujer.