El fútbol profesional en nuestro país ha servido de contrapunto a la violencia desde su inicio, para comenzar el primer torneo profesional se jugó en el 48, año del bogotazo, y aunque no podemos hablar de que es un espejo del país, un partido de fútbol es un ritual en donde nos reconocemos y uno de los espacios que más nos convoca y nos encontramos. Ponerse la camiseta es echarse el país en hombros, y de nuestras derrotas han salido freses como la de "perder es ganar". Ojalá que todas las pérdidas que hemos tenido sean puras ganancias y no nos hayamos dado cuenta. Desde un camerino, Santiago, en compañía de algunos jugadores criollos, nos cuenta pormenores acerca de la camiseta de nuestra selección, que como están las cosas hoy en día, no hay muchos que quieran ponérsela.